domingo, 6 de octubre de 2013

-Mira, allí, en el parque, hay un chico y una chica...
+Vaya, es verdad... Parecen muy serios, ¿no?
-Yo no lo diría. Él sonríe tímidamente, y ella agacha la cabeza para que él no vea que también sonríe.
+Vaya par de moñas.
-A mi no me lo parecen. Es bonito ver cosas así.
+Mira, parece que él se le acerca... ¡¿Se le va a tirar?!
-Pero, ¿¿¿por qué lo dices en ese tono??? No, mira, se le está acercando poco a poco... Es tímido, quizás tenga miedo de la reacción de la chica, tendrá miedo de que salga corriendo, o a lo mejor le da miedo estar anticipándose..
+Pero qué tonterías dices, si le está haciendo una encerrona...
-No le está haciendo ninguna encerrona, fíjate. Están en un parque, una zona abierta, no la está presionando, se está acercando poco a poco, evaluando la reacción a cada movimiento que hace. No la quiere obligar a nada, le está dejando espacio. En cualquier momento puede darse la vuelta, irse, dejarlo ahí y que no pase nada de lo que ella luego pueda arrepentirse o sentirse avergonzada. Si le estuviera haciendo una encerrona no le habría dejado tanto espacio al rededor de ellos para que ella pueda marcharse cuando quisiera. Sí, se le está acercando de frente, despacio, con miedo, pero algo seguro. No obstante no la quiere coaccionar...
+Pues qué palurdo, así seguro que huirá, a ella se la ve con miedo.
-Quizás esté insegura también, y por eso él le deja su espacio, aunque supongo que si ella se marchara ahora, él se quedaría hecho polvo.
+En fin, vamos a darles algo más de intimidad, que estamos aquí mirando como marujas.
-Sí, dejemosles su espacio, aunque seguramente no se hayan percatado de que estamos aquí...

sábado, 5 de octubre de 2013

Sé que cuando se te presenta una puerta en el camino de la vida, dejarla cerrada es perder la oportunidad de ver lo que había detrás. Detrás puede haber cualquier cosa, un bosque sombrío, un cuarto lleno de leones, un montón de dolor... O un jardín con enanitos, un porche con vistas a un viñedo o simplemente una sonrisa. El caso es que si no abres la puerta, jamás sabrás lo que hay detrás. Tanto si es bueno, como si es malo. Y el día mismo que me di cuenta de esto, me prometí a mi mismo que intentaría no dejar ni una puerta cerrada. Y que si me dolía lo que hubiera detrás, debía ser fuerte, porque el que no sabe qué es sufrir, no aprecia después de la misma manera el gozo. No se si me estoy explicando.

La vida son experiencias, unas buenas y otras malas, pero creo que no se les debe cerrar la oportunidad a ninguna de las dos. De las primeras, se espera disfrutarlas; de las segundas, se debe aguantar y aprender.

Que qué quiero. No quiero dejarme ninguna puerta cerrada... Y menos una grande, de mármol blanco con adornos plateados y dorados, y que me quita el aliento, e incluso el rumbo, cuando me quedo mucho tiempo observándola...

Pero tengo miedo.