lunes, 22 de diciembre de 2014

Gracias.

No os hacéis una idea del tiempo que llevo queriendo escribir las palabras que siguen a continuación. El hecho de que lo haya pospuesto tanto da para un par de sesiones de psicólogo. Pero lo importante es que finalmente las estoy escribiendo.

Hace un tiempo, tuve una conversación espontánea con una muy amiga mía. Sus palabras me hicieron darme cuenta de una realidad que la mayoría de nosotros, aunque no exactamente igual que la mía, compartimos. Más o menos decía así:

"Tienes suerte Iván. Tienes una novia a la que quieres. Unos amigos que quieres y te quieren. Una familia que te quiere. Te va bien en la universidad... Tienes mucha suerte Iván.".

No puedo estar más de acuerdo con ella.

Ahora bien. Hace más tiempo aún me contaron que la suerte no es algo azaroso que viene y va sin rendir cuentas a nadie y que sonríe a quien a ella le da la gana. No toda la suerte es así. Hay cierto porcentaje que sí, pero no es la mayoría absoluta. Me mostraron que la suerte sonríe al que la busca. Que uno tiene suerte en un examen la mayoría de veces cuando se lo ha preparado bien. Por ejemplo.
En resumen, que la suerte que la mayoría conocemos es un resultado. Resultado de un esfuerzo.

Estamos de acuerdo en que no toda la suerte es así. Me parece bien, pueden haber discrepancias. Que somos humanos, coño.

Pero yo sí pienso así, porque me he dado cuenta de que cuanto más me he currado algo, más suerte he tenido en relación a ello. Y son varios los casos y las situaciones que no me voy a poner a contar porque no es lo que quiero transmitir con esto. Simplemente quiero aclarar una cosa.

No sé qué es lo que he hecho para obtener esa otra suerte, la que me resaltó mi amiga. No sé qué es lo que he hecho para conocer a mi chica, para que ahora estemos donde estamos. No sé qué he hecho para conocer a esos amigos sin los cuales no sería quién soy. Ni estaría donde estoy. No sé qué he hecho para tener esta grandísima familia, término que en estos días es tan sonoro..., que me ha hecho, en parte, ser como soy. Lo que sí sé que es lo que he hecho, es en el tema de la Universidad.

En fin. En definitiva, quería que este texto sean unas palabras de reconocimiento a aquellos que hacen que hoy día mi vida vaya en el tan buen rumbo en el que va. Y quería agradecerles el hecho de que estén ahí conmigo.

Que los quiero, a todos y cada uno de ellos. Y no hay día en el que no me acuerde de ellos.


Gracias.

domingo, 9 de noviembre de 2014

Ánimo.

Entender que los nervios son una señal de que estamos vivos, de que algo nos emociona, no es un entender erróneo.

Piénsalo bien. Tu cuerpo reacciona ante una situación nueva, difícil, estresante... Mantener la calma no es fácil. Y la gente entiende que esto es malo.

Y yo digo, ¿por qué? Cuando estás nervioso, estás alerta, activo. ¿Por qué no aprovecharlo?

Y si a eso le sumamos una profunda confianza en nosotros mismos. En nuestra capacidad para superar cualquier situación... Esto no quiere decir que ya la hayamos superado anteriormente, sino que nos consideramos autosuficientes para encontrar una salida a cualquier callejón que se nos presente, sea como sea de nuevo, difícil o estresante...

Sé que es fácil escribir, hablar, decir cosas sobre los nervios. Pero sé también, porque lo he vivido en carne propia, que es posible aplicar todo esto.

Así que, cariño, yo confío en ti. Confía en ti, y mañana que venga lo que tenga que venir, que con ánimo, paciencia, esfuerzo, y cariño, lo superarás.

viernes, 12 de septiembre de 2014

Llevo dentro una carga desde hace ya tiempo. Exactamente desde hace casi dos años. Se me presentó un cambio en mi vida y tuve que elegir. Y sí, admito que mi decisión no fue solo mía aunque me afectara a mi y a otra persona directamente. Pero la tomé. 

Dejé atrás un estilo de vida. Un estilo de vida que era completamente mejorable, pero que pese a ello era algo que siempre había buscado. Y a causa de ello me propuse aprender. Me propuse cambiar mis hábitos. Me propuse darme un tiempo y mejorar la forma en la que hacía las cosas. 

Y ahora aquí me hallo. Totalmente perdido. Me siento preparado y asustado. Tengo listas enormes de teorías sobre qué hacer y cómo sería mejor hacerlo. Y me faltan los cojones. Y me sobran las ideas. 

Y tengo miedo, claro que lo tengo. Durante todo este tiempo me he estado entrenando. Me he estado preparando. Que aun me queda, obviamente, por mejorar. Pero he aprendido muchas cosas. Mi mente se ha abierto mucho más de lo que creía poder conseguir. Y lo que le queda. 

Y a causa de ello me han venido apareciendo oportunidades, ideas, se me han ido forjando planes en el interior. Pero todo eso ahora no importa. 

Porque ahora tengo la ilusión de poder recuperar lo que un día perdí y, para más inri, sabiendo lo que ahora sé. Pero no es tan fácil. Tú no eres tan sencillamente "fácil". No me refiero al sentido de llevarte a la cama con dos miradas. 

Necesitar me parece una palabra demasiado cerrada, con un significado demasiado fuerte, digamos. Pero la voy a cambiar por apetecer. Podemos afirmar que sí, me apetece tener a alguien a quien contarle mis cosas sentado en un sofá, teniéndola abrazada a mi. Sí, me apetece tener a alguien con quien intercambiar sonrisas tontas, contar chistes malos, y que sea una risa y un beso. Me apetece tener un pelo con el que jugar mientras estamos recostados, sin nada mejor que hacer, porque no hay nada mejor que eso. Me apetece poder abrazar a alguien y sentir que la tengo ahí, para lo que haga falta. 

Me apetece sentir que pertenezco a alguien más que a mi familia y a mis amigos. Me apetece dar paseos, me apetece ver películas. Me apetece estar pensando en que la voy a ver en un rato. Me apetece hacer planes. Y que luego me los cambien. 

Me preguntaron si lo mio con aquella persona me parecía bien, y dije que quería volver a tener lo que tenía con ella pero con otra chica diferente. Ahora se me presenta una chica diferente. Y no sé cómo lidiar con ello. No sé cómo manejarme. Obviamente, ni con esta ni con ninguna otra va a ser lo mismo. Pero sé que fallos tenía y sé cómo no volver a cometerlos. Y me apetece, quiero, encontrar a una chica con quien intentar hacer las cosas en la forma correcta que ahora sabría hacerlas. 

Esto me está matando. Me está consumiendo. Y no sé si debería dejarlo todo pasar, e intentar serenarme. Porque, lo admito, no estoy sereno. Y no quiero hacer daño a nadie. Tampoco quiero que me lo hagan. Aunque a eso no le tengo miedo, a lo primero sí. 


martes, 26 de agosto de 2014

Cuestionario de Proust.

¿Cuál es el defecto propio que deplora más?
La indecisión.

¿Cuál es el defecto que usted deplora más en otros?
 El hablar de los demás y criticar. Creo.

¿Cuál es su estado mental más común?
Disperso.

¿Cómo le gustaría morir?
Por aplastamiento tras una caída libre. Asegurándome de que no me voy a enterar del golpe, claro.
Si después de muerto debe volver a la Tierra, ¿convertido en qué persona o cosa usted regresaría?
Pues pensándolo un poco, me gustaría volver, de poder, reencarnado en algún descendiente mío.

Y si pudiera elegir un personaje de ficción, ¿cuál escogería?
Aragorn, Estel, Elessar, Trancos. Personaje de ESDLA.

¿Cuál es su mayor extravagancia?
Pues no tengo la menor idea de en qué cosas puedo ser extravagante, y menos cuál se lleva la palma.

¿En qué ocasiones miente?
Cuando sé que no debo decir la verdad, por mi bien o por el de otros.

¿Qué persona viva le inspira más desprecio?
Puufff… Hace tiempo que me apadriné a la doctrina de dejar de despreciar a la gente e ir a lo mío. Pero de vez en cuando me dan ramalazos y… a mucha gente.

¿A qué persona viva admira?
A mis padres.

¿Qué palabras o frases usa más?
“Vale”

¿Cuál es su idea de la felicidad perfecta?
Mi idea de la felicidad perfecta es estar totalmente tranquilo, viviendo cada instante, disfrutando de los que quiero y me quieren. Apreciando la belleza que me rodea. Sintiéndome pleno constantemente.

¿Cuál es su mayor miedo?
Creo que tenía como mayor miedo morir sin hacer ciertas cosas. Pero ahora que la mayoría están hechas, y que pienso algo distinto a aquellos entonces, creo que mi mayor miedo es vivir con la sensación de que no estoy totalmente decidido con lo que estoy haciendo. Porque me suelo sentir así muchas veces, y no me gusta.

¿Cuál es su mayor remordimiento?
No decirle a mis padres lo que los quiero más a menudo, ni darles las gracias tanto como me gustaría.

¿Cuál es la virtud más sobrevalorada socialmente?
La aceptación. La mayoría quiere ser aceptados por alguna parte de la sociedad. Y pienso que si tanto se quiere es porque se valora. Pero para mí, está sobrevalorada. No tiene sentido ser aceptado por nadie más que por ti mismo. Si entonces alguien te acepta, entonces maravilloso. No te separes de él/ella.

¿Qué le disgusta más de su apariencia?
Lo delgado que estoy. Supongo. Jajaja.

¿Cuáles son sus nombres favoritos?
De chico: Albus, Jake. Creo. De chica: Arwen, Isabella, y no se me ocurren más.

¿Qué talento desearía tener?
El talento de no dejarme amilanar por el miedo.

¿Qué le desagrada más?
Que se den las cosas por sentado.

¿Cuándo y dónde ha sido más feliz?
Cuándo, de niño. Dónde… No lo sé. Pero sé que cuando más feliz era, fue de niño.

Si pudiera, ¿qué cambiaría de su familia?
La comunicación. Aunque es bastante buena, la mejoraría. Eso en la familia cercana, en la grande, hay que aplicarse mucho más en este aspecto, que no es tan buena.

¿Cuál es su mayor logro?
Ciertas cosas que he realizado por mí mismo sin ayuda de nadie.

¿Cuál es su posesión más atesorada?
No tengo ni idea.

¿Cuál es la manifestación más clara de la miseria?
El hambre en este mundo, y miserables aquellos que lo consienten.

¿Dónde desearía vivir?
En Nueva Zelanda, de momento.

¿Cuál es su pasatiempo favorito?
Leer y escribir.

¿Cuál es la cualidad que usted aprecia más en una mujer?
Bondad y honestidad.

¿Cuál es la cualidad que usted aprecia más en un hombre?
Honestidad.

¿Cuál es su héroe de ficción favorito?
Frodo Bolsón. Sam Sagaz. Ron Weasley. Hermione Granger. Vi.

¿Cuáles son sus héroes de la vida real?
Mis padres. Y el anciano este que recorría muchos kilómetros para pedir dinero y luego lo donaba a organizaciones de nutrición creo que era. No recuerdo el nombre. Pero es un héroe.



 - See more at: http://lamenteesmaravillosa.com/sabes-que-es-el-cuestionario-proust#sthash.sfratij3.dpuf

lunes, 11 de agosto de 2014

Primera tanda de preguntas para liberar la mente.

                29/7/14
1-¿Qué edad crees que tienes, sino tuvieras la oportunidad de saber cuándo has nacido?
En cuanto a pensamientos y tal, pienso que tengo bastante más de 23-24. En cuanto a no saber qué quiero hacer con mi vida, no sé cómo evaluar eso.

2-¿Qué puede ser peor: fracasar o no haberlo intentado nunca?
No haberlo intentado nunca. Por supuesto.

3-¿Por qué hacemos cosas que no nos gustan y por qué tantas cosas que nos gustan no las hacemos?
Supongo que porque consideramos que con las que no nos gustan vamos a conseguir algo que nos gusta. Y que haciendo las que nos gustan no vamos a llegar a conseguir esa otra cosa que nos gusta. Creo que la clave está en encontrar algo que conseguir haciendo cosas que nos gustan. Por ejemplo, me gustaría ser escritor. Para ello, imagino que hay que leer y escribir mucho, y esas son cosas que me gustan también. Sin embargo, no hago tanto como creo que debería hacer ambas cosas.

4-¿Sueles decir más de lo que haces?
Pues la verdad es que pensándolo bien, creo que sí. Suelo proponerme a mí mismo cosas que luego no hago. Y con los demás también lo hago, pero ahora mismo tengo la sensación de que menos que conmigo mismo.

5-¿Qué es aquello que más te gustaría que cambiara del mundo?
La concienciación y el respeto de las personas por el planeta. Tendríamos que estar más concienciados con la supervivencia del mismo. Aunque ello suponga que no existiera tanta tecnología ni tantos avances. Prefiero vivir como hace 500 años a ver cómo nos estamos cargando el planeta.

6-¿Qué tipo de trabajo te haría rico de felicidad y no de dinero?
Creo que ser un escritor productivo, original, dedicado a escribir. Pero que también me permita estar en contacto con mis seres queridos.

7-¿Estás haciendo lo que deseas o te estás conformando con lo que haces?
Un poco de cada. Me conformo con gran parte de lo que hago, pero no dejo de guardar unos ratos para aquello que me gusta, y para buscar mi vocación.

8-Si sólo vivieras 40 años, ¿cómo sería tu existencia?
Más intensa. Supongo que iría más al grano con ciertas cosas. A lo mejor no me hubiese metido a la 
universidad, etc.

9-¿Qué nivel de responsabilidad tienes en el curso que tu vida ha tomado?
Diría que un 70%.

10-¿Te preocupas más por hacer las cosas bien o correctas?
Ahora mismo creo que no. Y nunca. Siempre me he conformado con obtener un poco más de lo suficiente. No obstante, cada vez estoy empezando a ser más exigente conmigo.

11-¿Cómo reaccionarías si tres personas que admiras y respetas critcan a un amigo tuyo de manera desagradable e injustificada?
Les diría que por qué lo hacen, les plantearía si creen que eso está bien, y si dijeran que sí, o que les da igual lo que pienso o lo que diga, dejaría de admirarlas y respetarlas.

12-¿Qué consejo único le darías a un niño recién nacido para que pueda implementar toda su vida?
Vívela lo mejor que puedas.

13-¿Serías capaz de infringir la ley sólo por salvar a un ser querido?
Si no implica matar a nadie ni perjudicar gravemente a nadie, sí.

14-¿Has visto “locura” en lo que luego pasó a ser “creatividad” u “oportunidad”?
Sí, tantas horas pensando me vuelven loco a veces, pero de ellas, muchas veces, salen ideas buenas para escribir o dibujar, o comentar con mis seres queridos.

15-¿Qué haces para diferenciarte de las demás personas?
Intento descubrirme y serme fiel.

16-¿Por qué crees que lo que a tí te hace feliz no hace feliz a otros?
Porque cada persona es un mundo, cada uno tiene sus gustos y sus aficiones. Pero que me haga feliz a mí no tiene por qué no hacer feliz a otros de forma intrínseca.

17-¿Qué es aquello que aún no te has animado a hacer y qué es lo que te está deteniendo a 
convertirlo en realidad?
Viajar. Mi sentido de la responsabilidad. De que debo estar aquí hasta terminar lo que he empezado. Y claro que sí, un poco de miedo.

18-¿Te aferras a algo que debes dejar ir?
Estas últimas semanas me lo estoy planteando bastante.

19-¿En qué otro lugar (país, ciudad, continente) te gustaría vivir y por qué?
En Nueva Zelanda. Porque me gusta la naturaleza, y allí se rodaron las películas sacadas de la novela de Tolkien.

20-¿Sueles presionar el botón del elevador más de una vez? ¿Crees que eso hará que vaya más deprisa?
No lo suelo presionar más de una vez.

21-¿Prefieres ser un “genio preocupado” o un “tonto alegre”?
No sé por qué, un genio preocupado.

22-¿Por qué eres tú?
Porque las experiencias que he vivido a lo largo de lo que llevo de vida me han llevado a ser así. Y sobre todo las personas con las que he tenido suerte de encontrarme durante estos años.

23-¿Eres el tipo de amigo que deseas tener como amigo?
Pienso que sí, aunque casi nunca he tenido la sensación de que se me esté devolviendo en el mismo grado. Pero ya tengo razonado esto, sé cómo debo enfrentarme a esto. (Aunque a veces no lo haga.)

24-¿Es peor que un buen amigo se vaya o perder contacto con un amigo que vive muy cerca?
Que un buen amigo se vaya no tiene por qué ser malo si mantienes el contacto. Y un amigo que vive cerca, con él se puede retomar el contacto más fácilmente.

25-¿Qué es aquello por lo que más estás agradecido?
Por mis padres. Y mi familia en general.

26-¿Preferirías perder tus recuerdos viejos o no ser capaz de crear nuevos?
Perder los viejos.

27-¿Es posible conocer la verdad sin cuestionarla?
Soy de los que piensan que no. Porque creo que todo es subjetivo, y la verdad no se sale de ahí.

28-¿Se ha hecho realidad tu temor más grande?
No me he parado a pensar cuál es mi temor más grande. Miento. Mi temor más grande era morir sin haber hecho ciertas cosas. Quedan pocas para terminar con la lista de indispensables para morir, todo lo que venga de más será un agradable extra.

29-¿Recuerdas esa vez hace cinco años cuando estabas tan molesto y si hoy sigue importando la razón?
No la recuerdo. Pero creo no tener nada negativo de hace cinco años que siga importando.

30-¿Cuál es tu recuerdo de la infancia más feliz y por qué es especial?
No me había parado a pensar en esto.


11/8/14
31-¿En qué momento te has sentido más vivo y apasionado?
Creo que cuando más vivo me he sentido puede ser que haya sido en las atracciones de los parques como terra mítica y eso. Más apasionado… No lo tengo claro. Me siento apasionado cuando escribo y las palabras fluyen por sí solas. Pero también me sentí apasionado en muchas ocasiones con mi ex pareja. No sabría decir la máxima.

32-¿Si no lo haces ahora, cuándo?
Cuando pueda. Cuando me atreva. Cuando tenga el título. Cuando nada me ate aquí salvo mi familia, lo cual será doloroso, pero creo que necesario.

33-¿Qué tienes para perder en tu búsqueda de alcanzar tus objetivos?
Las relaciones con las personas que ahora están en mi vida. Aunque creo que las que permanezcan, serán las que deba considerar importantes.

34-¿Te ha pasado alguna vez de tener un encuentro con alguien donde sin hablar te has sentido de maravillas?
Sí, es más, este fin de semana mismo, en las fiestas de mi barrio.

35-¿Por qué los que apoyan el amor generan guerras?
Porque al amar a unos, están dispuestos a hacer cualquier cosa por protegerlos, y cuando alguien los agravia, estallan las guerras. Supongo que entonces no están apoyando el amor en todos sus sentidos.

36-¿Es posible saber de antemano qué es bueno y qué es malo?
Creo que se puede intuir, pero no saber. A lo mejor tu intuición te dice que algo es malo, y sin embargo tras vivirlo, puedes descubrir que no lo es.

37-¿Dejarías tu trabajo si ganas un millón de dólares?
Como ahora mismo no tengo trabajo, lo más seguro es que sí. Jajajajaja. Me dedicaría a viajar para poder encontrar mi vocación de una buena vez.

38-¿Preferirías tener menos trabajo o hacer más de lo que te gusta?
Siempre. Hasta el día en que lo que me guste será mi trabajo.

39-¿Sientes que este día lo has vivido ya varias veces?
Por desgracia sí. Y no. Estoy de post-fiestas, que han sido geniales.


40-¿Cuándo fue la última vez que te adentraste en la “oscuridad” de la incertidumbre sólo con la “luz tenue” de una idea en la que tenías plena confianza?
Creo que siempre que he tenido una “luz tenue” de una idea en la que depositaba confianza, nunca me he sentido andentrándome en la “oscuridad”. Será algo que tenga que probar.

41-¿A qué persona visitarías hoy si mañana se termina el mundo?
Mis familiares, mis mejores amigos.

42-¿Estarías dispuesto a reducir 10 años de tu existencia por ser famoso o extremadamente atractivo?
Nunca.

43-¿Cuál es la diferencia principal entre “estar vivo” y “vivir de verdad”?
Estar vivo es un estado físico en el cual el cuerpo lleva a cabo las funciones necesarias para sobrevivir.
Vivir de verdad es sentir que cada cosa que haces te merece la pena hacerla, si no todas, la mayoría.

44-¿Cuándo es el momento adecuado para dejar de calcular riesgos y recompensas y comenzar a transitar el camino correcto?
Soy de los que piensan que para eso siempre es buen momento, aunque a veces no actúo acorde a esa forma de pensar.

45-¿Por qué estamos siempre con miedo de cometer errores si ellos son un aprendizaje?
Porque nos da miedo perder lo que tenemos previamente a cometer el error, en mi caso. Creo.

46-¿Qué cosas harías de otra manera si nadie estuviera para juzgarte?
Bailar. Hablar.

47-¿Cuándo fue la última ocasión en que te detuviste escuchar el sonido de tu propia respiración?
Creo que hace unos cuantos días, mientras trataba de quedarme dormido.

48-¿Cómo expresas el amor a los que te rodean o por las cosas que te gusta hacer?
Dedicándoles tiempo, intentando ser atento y hacerles ver que estoy aquí, y que me importan.

49-¿Recordarás dentro de cinco años qué es lo que hiciste hoy, ayer o mañana?
Lo que hice ayer, seguro. Lo que he hecho hoy, de momento no, lo que haré mañana, no lo sé.

50-¿Las decisiones que estás tomando en este momento son por ti mismo o permites que los demás lo hagan por ti?
Hace ya unos cuantos años que tomo las decisiones por mí mismo, aunque acostumbro a consultar mucho con los demás antes.



- See more at: http://lamenteesmaravillosa.com/preguntas-para-liberar-tu-mente#sthash.Wqrle5LQ.dpuf

lunes, 21 de julio de 2014

Tu no eres nadie.

Tu no eres nadie. Sé que puede joder que te digan esto un día, sin ton ni son. Sin aviso ni vaselina. Pero ten huevos a no cabrearte por ello.

Tu no eres nadie. Ni tu, ni tus padres, ni tu familia en general. Ni siquiera la gente que te rodea es nadie. Ni siquiera las grandes personalidades que conoces son nadie. Ni Einstein, ni Gandhi, ni los Gasoles, ni si quiera Tolkien fue nadie. Que va.

Ni tus antepasados ni tu progenie fueron ni serán nadie. Porque nadie es un capullo. Y siempre está solo.
¿Quién es nadie? Ahora me dices, nadie lo sabe. Já. Pues a eso quería llegar. Nadie sabe quién es nadie. Pero, y tú, ¿sabes quien eres tu? Porque yo no lo tengo muy claro. Ni quién eres tú, ni quien soy yo, obviamente. Pero sí tengo clara una cosa, seas quienes seas, o sea yo quien sea, ninguno de los dos somos nadie.

¿Por qué? Porque al menos tú eres tú y yo soy yo, aun sin conocimiento de qué signifique aquello. Y claro, si eres tú, no puedes ser nadie, porque no puedes ser dos a la misma vez. ¿Qué, a que no te lo esperabas? Yo tampoco esta mañana mientras cortaba el césped. Pero la hierba es lo que tiene, a unos los coloca, a otros los pierde, y a mi me jode de esta manera. A veces.

Lo mejor de todo esto, aunque sea muy duro para algunos/as, es que somos únicos chaval. Somos irrepetibles, chavala. Y ahora dime que no es posible. Somos quienes somos, definidos o sin definir. Identificados o sin DNI. Aquí o en Pekín, y si no es en Pekín es en Pokón. Que Fulanita de tal es Fulanita de tal y no Fulanita de cual es innegable. Por tanto, Perico de los palotes es Perico de los palotes, y no Manolico el del bombo. Tú eres tú, y yo seré yo.

Y es así, por mucho que joda, por mucho que alegre. Aunque quieras imitar a alguien vas a seguir siendo tú y no ese alguien. Porque aunque te hagas una narizplasta para cambiarte la cara, y el cuerpo si hace falta, para ser clavadito a Fulanito de allá, seguirás siendo tú, aunque no como sería natural que fueras. Natural y producto de tus cuidados para contigo. ¿Dónde está la diferencia entre tú y el Fulanito de allá después del despilfarro de dinero rojo? En que Fulanito de allá no se ha gastado un duro ni un blando en ser clavadito a sí mismo, y tampoco es él mismo porque quiera parecerse a sí mismo. A ver si me explico, que tú, Fulanito 2.(-1), eres una copia consciente y encaprichada de ello, y Fulanito de allá es el original, aunque no tenga conciencia ni caprichos. Que los tendrá, seguro.

Que tú has decidido parecerte a alguien, y ese alguien no ha decidido parecerse a sí mismo ni a nadie más, quizás. Tú y nadie más que tú has decidido. Por tanto, ya eres tú, y no el otro.

Qué rayante, por favor. Y ahora, después de leer tanta tontería junta, aparecerán los que están de acuerdo, los que no, y los que no piensan lo suficiente para ponerse en uno de los dos lugares de antes. Bueno, igual si piensan, tanto que se la suda lo que han decidido leer. Fíjate tú. Pero tú, no el otro.

Qué mal me sienta leer algunas cosas. Que bien me sienta escribir de vez en cuando. Y al que le moleste o no le guste, o al que le guste y no le moleste, que se lo pase bien de cualquier modo. Después de todo, no son nadie.

sábado, 12 de julio de 2014

Que lo importante para mí no tiene por qué serlo para los demás.

Me siento decepcionado. Creía que comprendía algunas cosas, y resulta que no. No es esto exactamente lo que me decepciona. Lo que me decepciona es el esperar que los demás se comporten como yo me comportaría con ellos. Y esto duele. Confías en una persona, la tienes presente en tu día a día aunque lleves tiempo sin verla. Te acuerdas de ella. Te preocupas, pero no quieres agobiar más de lo que ya pueda estar, así que le das espacio. Y crees que ella actúa de la misma manera. Pero igual no, igual para esa persona todo es distinto a como tu lo ves. A lo mejor para esa persona el querer a alguien como dice que te quiere, no es expresar cosas tan simples como un buenos días de imprevisto y sin avisar. Un "¿cómo estás?" sin tener que esperar a que te devuelva el buenos días.

Estoy triste con todo esto. Creemos que ciertas personas nos acompañarán siempre en nuestros días. Y no tiene por qué ser así. Igual que tu vas caminando tu camino y descubres cosas nuevas, esas personas también lo hacen. Puede que tu, en tu andar, pienses en ellas. Pero ellas pueden no pensar en ti. Puede que cuando te encuentres con algún obstáculo pienses en ellas, y ellas lo hagan igualmente, o no. Puede que cuando consigas dar un paso importante, quisieras compartirlo con ellas, y ellas puede que también, o no.

Puede que tú estés dispuesto a guardar un ratito de tu tiempo para ellas, en vez de hacer otras cosas que igualmente te apetezca hacer, y ellas también puede ser que lo hagan. O no.

El tiempo es el arma destructiva más poderosa de todas. Puede reducir una montaña a polvo, puede destrozar un continente entero, separarlo en varios pasos. Puede convertir un desierto en una selva. Y puede acabar con cualquier tipo de relación, si ésta no se cuida y se mima, si no se mantiene, si no se invierte esfuerzo y tiempo mismo en ella. A veces nos cegamos ante situaciones que nos resultan atractivas o situaciones apremiantes que nos exigen máxima atención, o cualquier otro tipo de situación, el caso es que por ello, dejamos de lado cosas que un día considerábamos importantes. Y en consecuencia esas cosas se van degradando.

Estoy decepcionado contigo por que no comprendo lo que haces o piensas, por qué actúas como actúas. Estoy decepcionado conmigo, por no poder comprender lo que está pasando. Por no ser capaz de entender que estas cosas pasan y superarlo.

La vida está llena de sorpresas, buenas y malas. Cualquier día podemos conocer a una persona que se convertirá en la piedra angular, en el pilar, en el aderezo de nuestros días. Cualquier día se puede perder a una persona que creías que estaría contigo para siempre, aunque para siempre sea tan poco tiempo.

No debería...

domingo, 6 de julio de 2014

Un presente.

A veces, un acto, una mirada, una voz, un baile, una canción, te hacen darte cuenta de cuán rápido pasa el tiempo. Y entonces te entra vértigo. El estómago se contrae hasta doler. La cabeza de vueltas y no sabes a qué sujetarte. No sabes cómo pararlo.
Entonces, lo único que se me ocurre que puedes hacer es respirar. Respirar y tomar consciencia de ti mismo, de tu cuerpo. De dónde estás. De qué tiempo hace a tu alrededor. ¿Está el sol fuera o está nublado? ¿Es acaso de noche? ¿Está el semáforo en verde? ¿De qué va el tema que trata ahora el profesor? ¿Está la pizza lista? Siente el viento que mece tu cabello.
Puede que por tu cabeza hayan pasado millones de momentos de tu vida en sucesión a una celeridad de miedo. Personas que se fueron. Risas que no volviste a oír. Un beso que no se repitió. Un lugar que te enamoró. Un paisaje que te quitó el aliento durante ese instante que ahora rememoras con tanta intensidad. Millones de vivencias que te han llevado a pisar el suelo que en ese instante tienes bajo los pies. Ese suelo que, casualmente, te sostiene. Eso es lo que tienes ahora. Y es lo que marca la diferencia entre el pasado y el presente.
El presente, ese regalo de la vida que solo te da una vez. Una vez tras otra. Ese regalo que se repite sin ser nunca igual. Un regalo que jamás podrás devolver ni recuperar. Pero sí recordar.
Un regalo múltiple. Lleno de personas. De luces, de colores, olores, sensaciones, sentimientos, voces, risas, llantos, suspiros, miradas, paseos, compañía, soledad, alegría, tristeza, añoranza, sobrecogimiento.

Un regalo que, al fin y al cabo, puedes compartir.

domingo, 29 de junio de 2014

Nuevos tiempos.

Que harto estaba de no poder sentarme con mi tiempo a escribir algo. Y que mentira más grande acabo de escribir.

No he escrito antes porque en realidad no he querido. No hay excusa. Como no hay excusa para no asistir a un cumpleaños, o no ir a una graduación, o, quizá para esto sí la haya, quedar con un amigo.

Todos elegimos qué hacer, aunque el cuándo esté más determinado por las circunstancias. Aunque, en muchas ocasiones, las circunstancias las podemos determinar nosotros mismos con nuestras elecciones, con lo que ampliamos el nivel de responsabilidad sobre lo que decidimos hacer, no solo para un momento dado, si no para un momento que se de, en tanto en cuanto lo primero puede afectar a los siguientes.

Vaya lío. Como la mayoría de cosas que llevo en la cabeza. Pero en definitiva, lo sustancial es que no hay excusa. Y como no la hay, tarde o temprano deberemos dar la cara y responder por nuestros actos.

Y yo no soy distinto para eso, aunque sí para muchas otras cosas. Mi vida está llena de etapas. Y conforme va pasando el tiempo, éstas se van sucediendo entre sí con más celeridad. Por un lado, me da vértigo. Hace dos meses tenía en mente unos planes, hace un mes tenía en mente otros, parecidos a los primeros en lo sustancial, pero radicalmente distintos en los detalles. Y esos segundos siguen el lexema de los que tenía hace dos semanas, pero siguen sin tener nada que ver entre sí los detalles.

Y lo mejor: después de este fin de semana, esos detalles siguen cambiando.

Y esto me hace pensar en lo esencial de la vida. Puesto que el plan original me llevaba a cierto camino. Y las siguientes variantes me llevan a otros caminos que tienen que ver con el primero, y que, a su vez, no se parecen mucho.

Y claro, ¿qué mierda llevas en la cabeza Iván? ¿Qué fumas para cambiar tanto de opinión? ¿Acaso no tienes personalidad que tanto te dejas llevar por las vivencias que se van sucediendo en tu vida?

Pues sí y no. Porque, después de mucho tiempo, me he dado cuenta de que mi vida es así. Un día me levanto pensando que quiero comer jamón serrano con todas mis fuerzas. Y antes de que se de la oportunidad de poder comer jamón, me topo con una persona que es vegetariana. Y esa persona tiene un encanto especial, me transmite algo que yo no había experimentado anteriormente. Hasta tal punto que me llego a plantear si de verdad quería comer jamón yo. ¡Pues claro que quería! Pero el punto de partida de la nueva situación tiene características nuevas que antes no influían debido a su inexistencia, y ahora sí.

Y lo mismo me pasa con todo.

Pero no. No soy de los que no tienen personalidad. ¿Sabéis cómo lo sé? Porque, planee lo que planee, en todos y cada uno de los casos en los que aparece una persona extraordinaria, me dejo imbuir de su idealismo, de sus pensamientos, los disfruto, y por un momento los hago míos. Y luego, cuando la experiencia con esa persona se acaba, tengo todo el tiempo que quiera dedicarle a analizar lo vivido y lo aprendido. Pero de una cosa estoy seguro, he disfrutado de esa persona lo mejor que he podido.

Y puede que los planes cambien, o que vuelvan a la versión beta, o que simplemente se anulen. Puede que un plan nuevo me lleve a conseguir lo que uno viejo me proporcionaba. O puede que aprenda a dejar de hacer planes y centrarme en lo que creo que es lo mío, disfrutar de las personas que me atraen en esta vida, y pasar de todo lo demás.

miércoles, 21 de mayo de 2014

Decencia.

Con el tema de las elecciones, las hormonas salen disparadas y quedan descubiertas muchas oportunidades de entrar en conflicto con todos y con todo.

Me parece muy bien que cada cual defienda a su partido si en su fuero interno cree que debe hacerlo así. Pero también me parece muy mal que para ello se falte el respeto a los que no comparten tu idea. Porque muchos hablan de justicia, de igualdad, de compañerismo y de eso mismo, respeto. Pero luego ves formas de actuar que no demuestran coherencia entre lo que se dijo y lo que se hace.

Las burlas están a la orden del día. Y claro, muchos dirán que no son formas de hacer unas cosas u otras, que no son palabras las que dijo "fulanico" cuando pasó "aquello"... Pamplinas. Nadie nace con un manual de "Así debes hacer esto, en esta circunstancia en concreto, bajo estos supuestos y dadas estas condiciones ambientales y sociales".

Las personas pueden pensar muy parecido unas a otras. Y por eso existen "pocos" partidos. Pero existen infinidad de clubes, asociaciones, grupos, etc, que en definitiva lo que hacen es juntar a un grupo de personas que tienen algo en común.

Pero siempre hay matices. Pequeños detalles en una idea, en un acto, en un lo que sea. Todo es subjetivo en esta vida, y no hay dos personas en el mundo iguales, al igual que no hay dos piedras que sean exactamente la misma.

Y frente a esta unidad que se nos impone a la hora de asociarnos con algún grupo, club, o partido político, contra esa unidad que promueve la sociedad, lo último que debemos dejarles hacer sobre nosotros es que nos supriman, nos oculten a nuestros propios ojos esos pequeños matices que nos diferencian del resto.

Que además de la elección de una carrera u otra, de un trabajo u otro, de una bandera u otra, de un símbolo u otro, siempre habrá de haber un estilo de vida u otro. Y eso no nos lo va a quitar nadie ni nada siempre y cuando tengamos la decencia de respetarnos a nosotros mismos, siendo más fácil para todos si además sabemos respetar a los demás.

domingo, 11 de mayo de 2014

Mi reloj de bolsillo colgado frente a mi. Observo el tiempo pasar y no parece tener significado. Estoy estancado. No encuentro la salida de esta sala. Cuatro paredes que parecen estrecharse cada vez más, cercando los límites de mi agonía. Trato de evitar esa mala sensación dándome tiempo. Pero sigue sin parecer tener significado. Paciencia es una palabra que borraron de mi diccionario y que me veo incapacitado para definirla en las notas a pie de página.

Me siento solo y estoy bien. Me siento acompañado y estoy bien. Estoy bien estando mal, porque no sé dónde quiero estar. Espero apagado una respuesta que parece no llegar. No hay carteles en este camino que recorro.

Quizás la borré yo y ser impaciente es lo que mejor me define ahora. Pasajero o no, éste estado de ánimo no me sienta bien. No me decido a dar el siguiente paso porque no veo el suelo donde tengo que pisar. Temo caerme y no temo a ese temor. Sé que el miedo me va a hacer tanto daño como yo le deje hacerme. Y hasta ahora lo mantengo firme, soga al cuello, amenazándolo con unas tenazas hechas de optimismo puro. Un optimismo que me hace llevadero el día a día sin encontrar un paradero para el mañana. Me siento mal estando bien.

jueves, 8 de mayo de 2014

Mi Arwen, mi Undómiel.

Lo que sientes cuando miras a esa chica especial a los ojos. A esa profundidad afable y pacífica que contienen esas dos preciosas perlas. Perlas que pueden ser una piedra normal y corriente para cualquier joyero experto, pero que para ti tienen más valor que el diamante más grande. Ese tierno cosquilleo que se queda palpitando en la zona de tu piel donde milagrosamente se ha producido un contacto con la suya.
El ligero temblor de cuando estás esperándola para ir a hacer algo juntos, los nervios que se apoderan de todo tu cuerpo. ¿Y qué hay del delicioso calor que te envuelve al abrazarla? Procedente de lo más maravilloso que podrías haber encontrado. En ese momento, en el que la estrechas contra ti y deseas que no se marche jamás. Cuando, cerrando tus ojos con la intención de no ver nada más que lo que tu cuerpo te está transmitiendo, apoyas tu cabeza sobre su pelo, absorbiendo su dulce y tierno aroma. Impregnándote de él. Cuando la tienes a tu lado, recostada sobre ti, y juegas con ese mismo pelo, deseando que nada os moleste en ese instante. O cuando oyes el extraordinario canto que es su risa. Cuando te mira, con la comisura de los labios alzada, con esa mirada traviesa. Cuando te traspasa la piel, la carne y el hueso para tocar tu alma, con una honda mirada serena. Firme y majestuosa.

Cualquier tontería se puede convertir en el acontecimiento que te robe el aliento por un momento que se convierte en uno de tus mejores recuerdos. No se olvidan, o no crees olvidarlos.

Borroso recuerdo de lo que una vez viví. Aunque... Creo no recordar realmente qué se siente al entrelazar los dedos por el pelo de esa chica. No recuerdo, ciertamente, cómo te sientes cuando la estrechas entre tus brazos. Recordar en verdad no puedo lo que mi cuerpo sentía y dejaba de sentir al contemplar sus ojos.

Añoro sentir todo esto. Añoro tener a una chica especial. Añoro la compañía de una musa que le de su toque a mi mundo, necesitado de aportes de color en algunos momentos. Necesitado de una melodía para darle sentido a su letra. Necesitado de un puerto donde amarrar seguro al regreso. Necesitado del respiro de un alma pura en un increíble atardecer, sentados juntos para toda la eternidad de ese perfecto instante.

Complementando con su magia, mi felicidad.

domingo, 4 de mayo de 2014

Vive.

Ya habían pasado alrededor de 16 años. Había llegado a ese mundo lleno de dificultades, de sorpresas, de decepciones y alegrías. A ese mundo tan maravilloso en su imperfección y que tantas enseñanzas transmitía en su injusticia. Había estado caminando desde que puso por primera vez un pie en su llana y ardua superficie. Desde entonces, la mayor parte del camino había sido encauzada por otros ajenos a él mismo. La mayor parte. Pero estaba llegando a un momento crucial en su vida. Estaba comenzando a hacer sus propias elecciones. 

Y sin embargo, cuánto más débiles eran las ataduras que lo mantenían en pie, cuanto menos valla había al borde del camino, cuanto más libre era, mayor neblina se alzaba en ese mundo que lo rodeaba. Mayor era la obstrucción a su visión, menor alcance tenía su perspectiva. Más perdido se encontraba, más desconcertado. Cuanto más se adentraba en esa bruma, más difícil le resultaba reconocer el camino que debía recorrer. Tanto que llegó un momento dado en que se desplomó del todo. No se situaba, ya no sabía ni regresar por el camino que había llegado. Cayó al suelo, tendido cuan largo era, intimidado por la intensidad del asunto. Y de pronto, como si el suelo le hubiese transmitido un torrente de información inherente a la vida, comprendió que era su momento. Que tenía que decidir por sí mismo, para sí mismo.

Advirtió que no sería fácil, que podría fallar, y que si así era, solo él debería lidiar con las consecuencias, tanto de sus fallos, como de sus aciertos. Pues tan importantes eran unas como otras. Se giró sobre sí mismo entonces, decidido a no defraudar a aquellos que lo habían conducido a ese desconcierto, sabiendo que era lo que todo ser humano debía afrontar llegado el momento. Se apoyó sobre sus rodillas y sus manos, que se quedaron peladas por el contacto con el áspero suelo. Pensó que no sólo se lo debía a los demás, sino que se lo debía también, y por encima de todo, a sí mismo. Cabizbajo meditó un minuto más. Recordó todo lo que había vivido hasta entonces. Cada instante de su vida merecedor de permanecer en su memoria pasó delante de sus ojos como si fuese el combustible que lo ayudaría a avanzar de ahora en adelante. En su pecho, la llama de la vida, que apunto había estado de apagarse al caer, recobraba fuerza.

Hincó sus nudillos, impulsando todo su cuerpo, lastimándoselos, y se puso de pie. Y lo primero que hizo no fue dar un paso firme hacia delante, ni un paso titubeante hacia atrás. No. Se quedó allí parado. Observó la niebla que lo cubría todo. Intuyó que iba a tener que enfrentarse a ella, pero no quería hacerlo sin un motivo, así que indagó en esos mismos recuerdos que lo habían ayudado a ponerse en pie. Cerró sus ojos a aquel magnífico mundo que se extendía oculto en la bruma e identificó ciertos patrones en su conducta. Y buscó los motivos que lo habían llevado a comportarse de tal manera a lo largo de su vida. Descubrió que la mayoría de ellos habían sido exógenos, que pocas veces había tomado decisiones serias para él, pero que de todos había extraído algún aprendizaje. Hizo una criba de todas las sensaciones que recordaba. En cada instante. Alegría, entusiasmo, amor, pasión, pena, tristeza, aburrimiento, desasosiego, dependencia, plenitud, furor, pesar, decepción, exasperación, cohibición, deseo, gratitud, enojo… Analizó cada instante con sus respectivas emociones y dejó a parte aquellos en los cuales la suma del motivo más la sensación daba como resultado algo negativo. Y quedaron unos pocos.

Cogió esos pocos, y se quedó en primer lugar con aquellos en que había algo de decisión e iniciativa propia. Y en segundo lugar los que, también desembocados en emociones positivas, habían sido realizados por empuje de otros. Y cuando los tuvo presentes en su mente, abrió los ojos de nuevo. Contempló entonces la neblina con cierto aire de desafío, como si la retara a significar un cambio en las decisiones que estaba tomando. Giró sobre sí mismo, tratando de orientarse en aquella confusión. Relajado y entusiasta, pasó su mirada por cada nube, por cada rincón más oscuro que el resto. Curioso, forzó su vista a ver más allá de aquella espesura que se interponía entre él y su destino. Había elegido vivir la vida. Había elegido seguir sus propios pasos hacía allá donde le llevasen. Y de pronto, como espantado por aquella realidad de sus pensamientos, aquel vaho tenebroso que había enturbiado el mundo desapareció.

Tenía ante sus ojos el mundo tal cómo era, pese a que había zonas más turbias que otras, aquellas que entendía menos. Y a lo lejos, en la dirección que estaba y sin especificar cual era, vio una luz. Una luz que de pronto lo cautivó. Y supo con todo su ser que tenía que llegar a ese  foco. Porque sabía que había aparecido como materialización de su realidad, de sus objetivos.

Así que, armado con lo más fuerte que existía para él en aquel mundo, comenzó a andar de nuevo, dejando un camino tras sus pies, recorriendo una llanura inalterada, natural, por delante de sí mismo. No había letreros, no había indicaciones. Unas partes del terreno se veían más abruptas que otras a simple vista, otras más sencillas. Siguió caminando. Pese a las dudas, pese a que lo que en un principio había parecido fácil se había tornado de pronto arduo y difícil. Pese a descubrir a base de tropezones, que los hubo, que lo más sencillo lo había llevado a alejarse más que a acercarse a aquel foco. Y no se lamentó en ningún momento, pues en aquella distancia que parecía un desperdicio, había descubierto maravillosas cosas de ese gran mundo que recorría.

Y claro que sí, de vez en cuando miraba hacia atrás. Y veía todo lo que ya había recorrido. Y cada vez en una posición diferente en relación a la suya actual, había un gran nubarrón tronante donde había decaído en el inicio de aquel nuevo camino. Y se alegraba de poder verlo, al igual que se alegraba de reconocer en el paisaje pasado todos aquellos puntos que habían supuesto un reto para él. Y todos aquellos que habían supuesto una alegría, un descubrimiento, una nueva experiencia, más atronadora y sobre cogedora que alguna anterior.

Se alegraba de haber recorrido todo aquello, y se alegraba de saber que aún le quedaba camino por recorrer. Pues se había dado cuenta de que le gustaba andar, y de que, para sentarse y reposar allí bajo aquella luz que marcaba su horizonte, tendría tiempo algún día. No podía desperdiciar cada segundo anhelando estar allí, pues si así hubiese sido, se perdería el milagro que tenía bajo sus pies.

Inspiró hondo, muchos años después de aquella primera caída. Había caído otras veces, pero la llama no se había apagado, resurgiendo cada vez con más fuerza. Se encontraba ya a poca distancia de aquella luz, que cada día había contemplado, en los que había notado diferentes matices. Alzó una vez más su cabeza al cielo, lleno de placer por aquella vida que estaba viviendo. 

sábado, 19 de abril de 2014

Siente, piensa, haz. Juégatela.

Las emociones son inherentes al ser human. Van con nosotros. Son parte de la naturaleza, al igual que muchas otras cosas. No obstante, éstas son lo que más habitualmente nos podemos encontrar sin que tenga que aparecer el human de por medio. Los animales tienen sentimientos, por ejemplo.

Pensar, debería venir después de que surjan las emociones. Principalmente para identificar cuál es la emoción que nos invade en cada momento. Y después de identificarla, hay que saber qué hacer con ella.

Hacer. Una vez que sabemos qué es lo que estamos sintiendo, podremos decidir qué hacer en consecuencia. Porque, ¿hay algo más improductivo que hacer algo en contra de lo que sientes? I don't think.

Por tanto. En el proceso de elección del qué hacer, debemos sopesar los pros y los contra. Porque muchas veces lo que nos dice el corazón no es lo más lógico. Porque a veces lo que el cuerpo entero está dispuesto a hacer no es lo más sensato. Nuestro instinto nos empuja en ciertas direcciones frente a ciertas situaciones.

¿Hay algo más poderoso que aquel human que se atreva a dejar libres a sus sentimientos, pudiendo identificarlos y reaccionar en consecuencia? No lo creo.

Juégatela.

...

Tu tienes tu cultura, yo tengo la mía.

Tu tienes unos conocimientos, yo tengo otros.

Tu, tu tienes tus creencias y yo... yo tengo las mías.

Tu sabes de unas cosas, y yo, claro, sé de otras.

La mayoría coincidirán, pero habrá algunas que no.

Opuestas o compatibles, nuestras diferencias son apreciables.

Pero, ¿y sí en vez de resaltar este hecho y enfrentarnos a su causa, no nos complementamos el uno al otro, pariendo algo que este mundo no había visto ni verá jamas?

A saber, tu y yo, entendiéndonos, compartiendo, haciendo causa común. Siendo el uno amigo del otro.

¿Increíble? No lo creo. ¿Imposible? Solo si tu no estás... ¿dispuesta?

martes, 8 de abril de 2014

Las idas y venidas de una cabeza atormentada por la constante presión. El futuro ahí delante, el presente bajo sus pies, y de su pasado siente el aliento en la nuca.

Porque hay mentes que han nacido para volar, y lo merecen. Pero hay otras que han nacido para correr, para andar, para nadar o para bucear, y éstas también lo merecen. Seguir los sueños no implica tener el camino claro.

Y si no tienes el camino claro, te dedicas a intentar visualizarlo. Y en esa dedicación inviertes tiempo. Si el tiempo invertido es insuficiente, puedes hallarte errándo sin rumbo. Si el tiempo es demasiado, puedes hallarte parado. Si el tiempo es justo. Bueno, no hay profesionales en el arte de la vida. Solo hay gente que vive, y gente que dejar la vida pasar.

viernes, 28 de marzo de 2014

Feliz, feliz en tu día,
amiguitos que Dios te bendiga,
que reine la paz en tu día,
y que cumplas muchos más.

¿Os habéis parado a pensar en el profundo mensaje que transmite esta canción popular?

Partimos de la premisa que se entona como un deseo hacia la persona que cumple años.

Pues bien, primero te desean que seas feliz en ese día tan especial. Que bueno, para mi parecer, no es que esté mal, pero soy de los que piensan que mejor si estás feliz más veces al año, ¿no? Que vale, que te lo desean especialmente en ese día, que no quiere decir que no vayas a tener más días felices hasta el siguiente cumpleaños, pero bueno, así soy yo.

A continuación viene la frase con la pretensión de que a los amigos que tengas, sean pocos, muchos, altos, bajos, más mejores, o más peores, resumiendo, que Dios te los bendiga. Esto, dejando a parte análisis de teología y pollas en vinagre, es lo más hermoso de la canción, a mi entender. Porque feliz puedes serlo por ti mismo. Y que cumplas muchos más depende de muchos factores. Que no haya "guerra" el día de tu cumpleaños tiene muchas interpretaciones.

Pero desearle a alguien, en un momento tan especial como es cumplir años, que se protejan y cuiden de la forma más poderosa posible a las personas que has elegido tener contigo, eso, es algo muy bonito.
No me gusta que se dejen las cosas destinadas al azar. Porque cuando se deja la vida de un pájaro en las manos de nada, es el pájaro el que lucha por su vida. Pero si dejamos a la deriva que alguien se ponga en contacto con nosotros, que el examen llegue sin habernos preparado bien, que ella de el primer paso, que la otra persona pida perdón, que me toque la lotería, que me tengan en cuenta a la hora de elegir el quinteto inicial, que se definan unos pensamientos sin tratar de ayudar a nuestra mente... lo que puede pasar es que estas cosas nunca lleguen, porque no son consciente de que tienen que luchar por su vida. O sí, pero, ¿qué pasa mientras tanto?

No me gusta que frente a ciertas situaciones, esperemos que estas se resuelvan solas. "Tiempo al tiempo" dicen unos. Y una mierda.

Bueno, vale, puede que una mierda sí, pero no siempre.

Estoy de acuerdo en que ciertas cosas se tienen que dejar fluir. El que un jardín se forme a partir de las semillas que hemos puesto, inevitablemente requiere de tiempo. Que en un río se den las condiciones necesarias para que en el pueda desarrollarse la vida, se necesita tiempo. Aun así, el tiempo no es lo único que se necesita. ¿Verdad? Ahí está.

No podemos esperar que las cosas se resuelvan por sí solas, porque la naturaleza de las cosas puede ser que haga que no llegue nunca la solución. O que se resuelva de la forma que no queremos. ¿Qué necesidad tenemos de estar malviviendo mientras que esperamos? Pues ninguna la verdad. Aunque a veces lo hagamos.


Hoy hace 21 años que me comuniqué por primera vez con la vida. No fue con palabras, obviamente. Fue con un llanto. Y la verdad es que, pese a tener una memoria nada desdeñable, no recuerdo muy bien el tono que empleé. Seguro que mi madre sí que lo recuerda. Pero sea cual fuese el tono, seguro que a la vida le quedó claro el mensaje. ¿Por qué? Porque, veintiún años después, estoy bastante satisfecho con lo que he vivido.

Han sido unos años cruciales en mi vida, puesto que son los primeros, en los que se centran el aprendizaje, el crecimiento, el descubrimiento. La exploración, el romance y, repito de nuevo, el crecimiento. He vivido experiencias sustancialmente agradables, y también desagradables. Pero tanto de unas como de otras, he aprendido algo, creciendo nuevamente. Y con cada experiencia ganas pues eso, experiencia.

Aprendí a admirar a las grandes figuras ermitañas que se me ha dado ocasión de conocer. No en persona, pero sí a tener consciencia de ellas. No voy a hacerme el "friki" y a nombrarlas aquí, no. No hace falta, seguro que hay muchas personas que me conocen que sabrían decir alguna. De ellas admiro... No, todavía no voy a desvelar ese preciado secreto, pese a que muchos creen saberlo. 

El caso es que, durante estos años he conocido a muchas personas, todas ellas increíbles. Ya que todas eran, ciertamente, personas. Y querría agradecerles de esta forma modesta el haber formado parte de mi vida. 

En primer lugar, quiero dar gracias a mis padres. Porque, sin ellos, la vida no habría tenido la oportunidad de conocerme, ni yo de conocerla a ella. Gracias por todos los sacrificios, diarios, que lleváis haciendo desde hace algo más de 21 años. Aunque parezca que no, hay unas pocas veces en las que llego a darme cuenta, aunque sea vagamente, de todo lo que hacéis por mí. Gracias por ello. Y perdón por no demostrar este agradecimiento más a menudo, y de formas más prácticas. 

En segundo lugar, a mis abuelos, gracias. Porque habéis sido y sois unos segundos padres. 

En tercer lugar, al resto de mi familia. Que aunque parezca que soy algo huraño, también os llevo cerquita. Gracias por acompañarme, por enseñarme, aconsejarme, cuidarme, quererme y respetarme. 

En cuarto lugar, a la familia escogida. A mis amigos y amigas. A todos vosotros, que habéis entrado en mi vida, unos con más casualidad que otros. Gracias. Por estos 21 años cargados de compañerismo, confianza, camaradería, secretismo y alegrías. Gracias por compartir conmigo vuestras vidas y por hacer de la mía algo más de en lo que podría haber quedado.

En quinto lugar, a todos aquellos que habéis formado parte de la plantilla educativa. Mª Teresa, Mari Sol, Manolo, Amparo, Pilar, Raquel, Mayka, Amable, Paco, Paco, Victor, Paola, Trini, Cristina, El profe de historia de 4º, de cuyo nombre no me acuerdo. ¿Pepe? No sé. Juan Carlos, Javi, Teresa, Manolo... Sois muchos y más. Todos vosotros me habéis enseñado algo más que matemáticas, lengua, inglés, física, química, valenciano, construcción... Gracias por cumplir con vuestro deber de la forma que mejor habéis podido. Se aprecia que los que enseñan lo hagan con voluntad, pues así los enseñados aprenden algo más, y mejor.

Y por último, aunque no menos importante, al resto de personas que habéis estado, y estáis, en mi vida. Gracias. Conocidos, compañeros, adversarios. A todos los que habéis aportado a mi vida algo útil, gracias. En este apartado, cabe hacer una mención especial a todos aquellos que se dedican al coaching. Pues sin ellos, este texto probablemente no se habría ni rumiado en mi mente. 

No quiero enrollarme más. Todos habéis estado, algunos para quedaros, y otros, por suerte o por desgracia, para marcharos. Pero todos habéis contribuido a lo que hoy soy. Y como estoy contento de ser lo que soy, pese a que no niego que no voy a dejar de intentar ser mejor, os lo agradezco.

Vida, mantén la actitud, acuérdate de lo que te dije con mi primer llanto. Gracias. 


sábado, 22 de marzo de 2014

El mundo, contigo.

Entra un chico al restaurante. Alto, pelo oscuro, y con una sonrisa iluminando a su paso. Antes de entrar, le mantiene la puerta a una señora que salía del local en ese instante. Ella le dedica una amplia sonrisa al muchacho y le da las gracias alegremente. El chico le responde con un "¡no es nada, mujer!" y le devuelve la sonrisa. La anciana parece estirarse unos centímetros, ampliando todavía más su sonrisa.

El chico pasa adentro, con paso alegre, animado. Los hombros centrados, su pose transmite la seguridad que solo los jóvenes que creen que pueden realizar cualquier tarea, por difícil que sea, poseen. Se detiene a una distancia razonable de la puerta, donde no moleste a la gente que quiera salir o entrar, pero desde donde pueda abarcar todo el recinto con una mirada. Y eso hace. Pase sus ojos castaños por todas las personas que se encuentran allí dentro en aquel instante. Asiente satisfecho al comprobar que está bastante concurrido. Ve una mesa libre, pero en vez de dirigirse a ella, se encamina a la barra. Esta está completamente vacía por lo que elige un taburete al azar y se sienta. Encuentra una carta con los menús y los platos y se pone a ojearla.

Al cabo de un breve momento una voz, clara, algo apagada, le pregunta "¿Qué desea tomar el señor?". Éste levanta la vista de la carta y, atónito, contempla un rostro bello a más no poder. El pelo castaño recogido en una coleta baja atrás, en la nuca. La tez clara queda enmarcada por dos mechones libres a cada lado de su cara. Sus ojos azules, realzados por un poco de maquillaje, parecen despedir un breve chispeo cuando el chico la mira directamente a ellos. Sus labios, redondos, carnosos, perfectos, forman una fina línea, parte del uniforme que ella se ponía cada vez que iba a trabajar. Sin poder despegar su mirada de la suya, el chico contesta "Quiero comerme el mundo". De pronto, un bigbang tiene lugar en la sala. Por un momento, la chica dejar ver sus blancos dientes en un esbozo de sonrisa. El chico, sin aliento, no puede hacer otra cosa más que maravillarse con la perfección de ese amago momentáneo que parece dar luz, no solo al mundo entero, sino al universo por completo. 

Ella, curiosa por la respuesta del joven, harta de la monotonía de aquel lugar, del mal humor de su jefe, de la sensación de estancamiento que le producía estar tanto tiempo allí encerrada para poder pagarse sus estudios, contesta: "Y, ¿cómo lo prefiere, con guarnición de patatas, de pimientos a la plancha, o sin guarnición?". Termina la pregunta con otro resquicio de sonrisa que parece apoderarse de todo el aire que ocupaba el restaurante. El chico completamente embelesado por la belleza que tenía delante de sí, totalmente descompuesto por la suerte que parecía tener, de pronto, se pone tenso en el taburete. Estira la espalda, poniéndose totalmente recto. Ahora, sus ojos quedaban a la altura de los de ella que, avergonzada por su inesperada espontaneidad, se encontraba con la cabeza gacha, alza sus ojos para observarle.

Tras inspirar fuertemente, hinchando su pecho como un ave presto a cortejar a una hembra, dice con toda la seguridad que pudo reunir en ese momento: "Quiero comerme el mundo, contigo. Para acompañarlo, me gustaría beber del manantial que se esconde tras esa profunda mirada. Y de postre, tomaremos tarta de luna, aderezada de estrellas." 

lunes, 24 de febrero de 2014

He empezado a escribir algo parecido a unas memorias. La idea ha nacido de una combinación de recuerdos de películas, libros, o series en las que el protagonista escribía a un amigo imaginario, una abuela o abuelo que murió, un padre o una madre que perdió... Todos tienen en común que lo que va a ser escrito no va a ser leído por sus destinatarios, y puede que por nadie más que el autor o autora.

Y es que es así como me siento. Últimamente mis pensamientos me han llevado a concluir que no necesito compartir lo que pienso como solía hacer. Sino que lo que voy a hacer es lidiar con ello yo solo, fijándome en todos los giros, reversos y vueltas que dan mis pensamientos, y así tratar de conocerme mejor.

No es nada fácil, por supuesto. Y menos para mi, que estoy acostumbrado a comentar mis derivaciones con mis más allegados... Aunque éstos no tengan nada que ver, y aunque pueda que les de igual. Yo soy de compartirlo. No sé, pensaba que así tendría una segunda opinión que esclarecería el problema, si de ello se tratase, o que cambiaría el punto de vista.

Pero hasta ahora llevaba haciéndolo así, y no sé, quizá pensé que tenía que dar un cambio en mi vida. Y quizá este cambio es el más asequible por el momento.

Quizá la decepción me hizo cambiar, como una esporádica amiga me dijo que había hecho ella misma.

O simplemente lo que pasa es que me falta algo, me falta alguien, y hasta que no lo arregle no voy a sentirme predispuesto a hacer con otras personas lo que hacía con ella.

Quizá le doy demasiada importancia a las cosas. Cosas que igual no la tienen. O quizá tengo razón, tal y como mi experiencia personal en este tema en concreto me dice.

Quizá parezca que esto no sirve de nada, pero llevaba mucho sin escribir, y no quería perder el ritmo del todo. La última vez fue por mucho tiempo.

martes, 14 de enero de 2014

Un fondo oscuro con un resplandor en su centro. La cámara enfoca a un objeto deslizándose hacia las profundidades. En su lento descenso va describiendo una suave y rítmica espiral que cautiva a una mente observadora. Allí está, dejándose hechizar por el armónico movimiento de ese objeto. Podría ser una piedra blanca dejada caer sobre el agua. Una lámina negra, firme como si de un suelo de granito se tratase. Pero no hay ni rastro de las típicas ondas que surgen cuando un cuerpo penetra la sólida barrera constituida por el agua. El resplandor y su anonimato lo incomoda. Quiere saber qué es. Qué lo produce. No entiende que en el fondo de algo tan oscuro pueda haber algo que resplandezca. No es un resplandor brillante y cegador. Es más como la luz tenue de una hoguera moribunda. Un resplandor vago, pero constante. Que va y viene con la misma musicalidad que la espiral descrita por el objeto que se hunde. La mente, absorta en la matemática subyacente del momento. La lógica que lo domina. Que lo rodea. Que lo define. La incertidumbre que lo envuelve. La incógnita por descubrir. ¿De dónde ha salido? Cada vez más, su mente arrastra hacia lo más hondo del estanque. ¿Estanque? No. Tampoco es un lago, ni un pantano. No. Es más como un cubo de paredes negras, cubierto por una plataforma oscura. Con una gran piedra blanca, de cantos redondos, donde la mente observadora y su propietario y portador están situados, mirando hacia abajo. Hacia la cautivadora espiral y el objeto que la produce. La piedra blanca flota sobre la superficie del agua, sin llegar a entrar en contacto con ella. Y el propietario de la mente flota a su vez sobre esa piedra, mientras su mente solo puede estar centrada en lo maravilloso del apacible movimiento del objeto desconocido. No se extraña de su situación, ni del hecho de que pueda flotar sobre una piedra que a su vez flota sobre el agua. No se pregunta dónde está, ni por qué está ahí. El objeto y su espiral lo tienen sumido en una profunda latencia.

miércoles, 8 de enero de 2014

Inspiración

La vida es como el mundo. Algo maravilloso. Desconcertante, complejo, lleno de sorpresas, esperadas e inesperadas. Con zonas increíblemente bellas y otras zonas, en cambio, donde han tenido lugar horrorosas guerras. Hay zonas que debemos proteger de todos. Este deber viene impuesto como un mecanismo de defensa. Y ese mecanismo ha sido activado deliberada o involuntariamente, depende del caso, por culpa de otras personas. Indecentes, irrespetuosas, con oscuros e impropios propósitos. 

Por ello, tendemos a privar a algunas personas de algo único, propio y, sobre todo, especial. Debido a la mala fe de uno o dos casos excepcionales, aislados y que no se merecen, ni se merecían, el privilegio que en su día les otorgamos y perjudicaron, despreciaron, maltrataron... Pero podría ser que la proporción sea mayor, que haya muchas personas que no sean capaces de apreciar...

De apreciar un árbol majestuoso, antiguo, robusto, de fuertes ramas y frondosa copa, alta como un edificio. Un riachuelo, pequeño, de aguas cristalinas, emitiendo destellos plateados cuando la luz del sol las baña, que corre rápido y discreto componiendo una suave y natural canción. Una canción capaz de apaciguar a la más fiera bestia que pueda habitar en su mismo ecosistema. Un paisaje. Un paisaje que pueda embaucar a miles de personas solo con que le dediquen una fugaz mirada de soslayo. Y por culpa de esos "otros", que pueden ser muchos o pocos, a la vez, o esparcidos en el tiempo, nos cerramos. Y colocamos una verja que separa, que recoge y aleja nuestro precioso paisaje.

Y cuando alguien nuevo se nos presenta en la vida, cuando llegamos a una parte inesperada del mundo, estamos seguros, y somos adustos. Puede que algunos nos coloquemos una máscara con una sonrisa peor o mejor dibujada. Pero esa sonrisa pocas veces llega a los ojos. Pero en realidad estamos alerta, protegiendo, no ya el paisaje simplemente, si no que marcamos un perímetro de seguridad frente a la verja. Algunos incluso construyen un foso entre el mundo y ese hermoso paisaje.

Entonces, cuando esa persona llega demasiado lejos, casi rozando la malla metálica de nuestra peculiar verja, cuando empieza a concebir una ligera, diminuta y vaga idea de ese paisaje, especial e íntimo, que está al otro lado, conectamos la corriente. Le damos a nuestra amenazadora verja, más poder persuasor. Sacamos los cañones y los colocamos en las torretas de esa hostil verja. Tendemos a espantar, como si de un enemigo mortal y letal se tratara, a ese alguien que ha osado mirar nuestro paisaje, haciendo que huya como un cervatillo asustado.

¿Por qué? 

Porque otros nos han hecho aprender, del peor modo que se puede enseñar algo a alguien, a través del miedo, que es doloroso que alguien pueda disfrutar de las vistas, de la sensación que produce nuestro paisaje. Que puede conllevar sufrimiento el hecho de que alguien descubra el más significativo y llamativo rincón de nuestro mundo. 

Lo que nuestro "vallador" particular, lo que nuestro "jefe de seguridad" interno no logra entender, ya sea porque tiene una venda puesta en los ojos, o porque aparta la vista de esa realidad, es que no todas las setas del bosque son venenosas. No todas las personas buscan hacernos daño.

Podríamos...

Puede que estemos apuntando con nuestros cañones a un gran artista, un gran pintor deseoso de plasmar en un lienzo la magnificencia que ha visto en su ligera, diminuta y vaga idea de nuestro paisaje. O, a un buen poeta, de buen corazón y hermosas palabras que busca y encuentra la inspiración en este tipo de paisajes y que, sin duda, habría escrito una maravillosa poesía basada en el nuestro. Podríamos estar echando violentamente, a patadas, a un versado músico que podría escribir una soberbia canción que narrase la majestuosidad de ese gran paraje.

O, mucho más sencillos, no sé si más común, y mucho más cruel e injusto. Existen en la tierra personas que están perdidas, torturadas por sus pensamientos, incapaces de sobreponerse a una desgracia. Existen también personas llenas de buena voluntad y de frágil corazón que necesitan de la belleza y de la tranquilidad, del confort que puede proporcionar un paisaje como el nuestro en un mundo ajeno al suyo. Podríamos estar expulsando de nuestros dominios a una persona que, al igual que nuestra más fiera bestia, encuentra la calma en nuestro riachuelo, encuentra la paz y la armonía entre los árboles y piedras, hierbas e insectos de nuestro paisaje. Ese paisaje que tan celosamente hemos aprendido a guardar y a proteger de todo. Pero...

Pero eso no es todo. Mucho más grave aun. A base de costumbre, al dilatar en el tiempo el aislamiento al que sometemos esa importante y singular parte de nosotros, podríamos llegar a excluirnos a nosotros mismos. Podríamos perder el acceso, tan privilegiado, a nuestro pequeño, o inmenso, paraje, acabando con todo lo bueno que nos puede aportar. Cerrando nuestro paisaje a los demás, podemos también cerrárnoslo a nosotros mismos. 

Y el desastre, la calamidad, la tragedia, podría llegar a más. Nuestro paraje, olvidado y oculto hasta de nosotros mismos, podría perder su color. Su luminosidad. Podría llegar a decaer el ánimo de sus preciosas aves, guiadas por la soledad a su extinción, privando al resto de componentes de su majestuoso vuelo. El riachuelo podría perder el cauce, dejando de fluir, apagándose...

La fiera bestia que tan mansamente se había aplacado y que había encontrado su paz allí, volvería a despertar esa terrible parte de sí misma. Al verse sin aquello que la calmaba podría comenzar a hacer cosas horribles y aumentar así el alcance y la amplitud de la catástrofe. Ese hermoso paisaje, que en su día era incluso mágico, dejaría de serlo. Perdería su ser propio, aquello que lo hacía particular. Y nosotros seríamos entonces menos nosotros mismos, y más algo común. El músico, el poeta y el pintor se quedarían sin algo que los alentaba. Esa persona que podría haber encontrado un rincón agradable en nuestros ser, en nuestro mundo, se quedaría ahora más perdida de lo que ya estaba, con la certeza de que, pese a estarle vedado, ese paisaje ya no existe. Solo queda una sombra de lo que era, si es que algo llega a quedar tras esa verja metálica, fría, desalmada.

Y el mundo, bueno, el mundo perdería una parte de sí mismo.